lunes, 13 de febrero de 2012

Cada uno somos una vida, cada uno un universo,
con sus lunas y estrellas, 
tú crees que tus problemas son los peores, porque
son tuyos, pero eso que piensas lo piensan los demás,
nuestro mayor problema está en nuestra propia vida,
en nuestra existencia, 
cualquier problema de los demás es vano al lado del nuestro,
... eso pensamos,
no nos consuela pensar que hay más miseria que la nuestra,
no nos calma pensar que hay más tristeza que la nuestra,
no nos calma pensar que hay más desgracia que la nuestra,
nos consuela sentir que nuestras penas son las peores,
nos calma sentir que nuestra vida es la más lamentable,
y pensando todos así, así nos encontramos,
rodeados de miseria, de tristeza a nuestro lado.

miércoles, 8 de febrero de 2012

CUANDO EN LA NOCHE

Cuando en la noche encubro toda mi alegría,
para sucumbir tras la agonía de trágicos pensamientos y,
una vez más, siento que las personas que amo van desapareciendo
y alejándose de mi vida, y cuando después de tantos metros
de tan largo camino, encuentro la persona de mi propia soledad,
entre ruidos monótonos, como un ir y venir de insignificancias.

 En su presencia perdí todo el romanticismo,
que después me corroe al abandonarme,
por la mañana cuando va a su trabajo,
y me quedo solo en casa, corriendo
por todos los rincones como un loco,
queriendo oler todos los aromas que dejó en su trasiego.

 Fuera, detrás de la puerta, le esperan las máscaras
contra las que ha de librar crudas batallas,
día a día, hora a hora.

 Todo un edificio de pequeñas telarañas, diminutos enfados,
geniecillos.
Enfrentarse a la marea del abandono,
de la malicia humana, del oportunismo, lo absurdo
marchando de aquí para allá; trabajar varias horas,
consumirse, llegar a casa, cansada, refugiarse en un rincón
con otra persona igualmente quemada.

 Se nos olvidó eternamente llevar algo encima,
llevar encima la humanidad, la sencillez, el romanticismo,
la timidez,
¿realmente existe el amor?, ¿existe ese dar incondicional?.

 Yo espero tan solo ser recibido y recibir lo que me ofrezcan.
¿Qué hago cuando se va?, me expando, me hincho obscenamente
para enterrar la pena a que me lleva mi soledad con su lejanía;
amalgamar todo un material corrompido que habita en mí
con la dulzura y la música.

 No sabes hasta cuanto quisiera penetrar en esta mujer
y congelar en su interior toda mi existencia,
retornar al lugar que nunca debí abandonar.

Ya cuando uno nace parece molestar tanta luz.
Ahora, en cambio, con una tranquilidad absoluta,
perdí la palabra y quedó en mis manos solo su imagen.

La imagen tan clara que me aterroriza,
la imagen de mi persona escondida,
por miedo a ti y al futuro.

Yo solo no soy nada,yo solo no soy más que falsas palabras.

Allá me escondí, en mi propia mente amarga.
Quisiera sentir otra vez la vida, aunque tanto daño me hiciera.
¿Por qué callas cuando te observo?,
al observarte estás en mí; acaso veas en mí también malicia,
acaso me abandonas por mis prisas.

Yo esperaré que hables, esperaré toda mi vida.

 Hay momentos donde todo es tan extraño,
como si algo tras de mí fuera robándome la confianza,
son las palabras las que me traicionan,
a veces no debería hablar y a veces me llevo siglos hablando,
o eso me parece, siglos escuchando.

 Pero siempre parezco que no sé lo que quiero y,
si alguien lo entiende debería explicarmelo, se lo pagaría.

Sé que hablo, escucho y siento, todo lo siento,
nada permanece en la indiferencia,
solo yo puedo ser indiferente para mí mismo,
jamás sería indiferente con los demás.

Al pasear solo por la noche veía muchas cosas
y ninguna de ellas las entendía.
Era incapaz de razonar; las sepultaba en mi espíritu
y dejaba que dentro fueran cangrenándose, pudriéndose,
para volver al origen, al polvo.

¿Estaba yo solo por la noche?, alrededor flotaban
multitudes de fantasmas, que hacen reír y que hacen llorar,
que consuelan y que desesperan, que odian y que aman,
que vuelan y que se aburren.

 Sentado en la plaza, una sombra se agita sobre el frontal,
como una imagen de algo exterior a mí,
que efectivamente movía el brazo cuando yo lo movía,
que efectivamente se reía cuando yo me reía.

Por no escuchar volvía la cabeza, y la encontraba sentada
en el banco narrándome todos los horrores
y obligándome a hablar, a hablar y a hablar,
palabras y palabras, unas detrás de otras, estudiadas,
analizadas, matizadas, razonadas, acabadas, revisadas.

 En tal postura incómoda me movía, entonaba una canción,
me callaba, volvía a cantarla, retornaba al punto inicial.

 Estaba  en la sombra, Maquiavelo diciéndome lo que hay que hacer
y lo que no hay que hacer, hasta tal punto me absorbía la tarada
que le contestaba y, al hablar, la idiota se reía de mí,
como si lo que yo dijera tuviese alguna gracia,
como si algo de lo que yo diga pudiese provocar una sonrisa.

La payasa dice tonterías y me hace reír,
y al expulsar cada carcajada se callaba y me miraba,
se entristecía y volvía después a reír.

 Llevo años intentando que mi sombra me abandone,
es sin duda lo que me enloquece,
sé que pretende que acabe en un manicomio,
y allí me dejará tranquilo.

De momento es ella la que me crea el manicomio fuera.
Es ella la que me pinta los fantasmas,
mientras paseo solo por ahí.

Mi sombra me roba mi vida.

 Pero nada de esto es la realidad, la realidad es lo que ve mis ojos
y lo que toca mis manos.
Y mis ojos ven mujeres, mis manos rozan senos, como un lactante loco.

Todo con una música carente de sentido pendiente de ser escuchada.

 Es el conjunto de todas las tristezas y represiones
encabezada por la de actuar como una persona normal.

Toda una obra de teatro cuyo autor no empezó aún a escribirla,
continuas entradas y salidas de escenas, y entre actos y actos
miles de lamentos entre candilejas.

¿Quien fue esa noche a ver mi comedia?,
¿quien se interesó por mí aquella noche?,

cuando todos se divierten por iluminadas calles,
por estrechas tabernas, en una confusión de palabras,
sonrisas, miradas y besos.

Viven en mí estas escenas que me desbordan
en una expansión que nunca se detiene;
hace ya mucho tiempo segregué toda mi esencia
al mundo exterior, y por ahí marcha caótica
la degenerada, rechazada por los astros del cosmos.

¿En qué mundo vivo?, ¿por qué me niego a vivir en este mundo?.

Pienso a veces que la mejor solución es sepultarme,
dejar el resto tranquilo, así no se puede estorbar a nadie.

¿Acaso todo esto es positivo?.

Si yo solo deseo reposar en el interior
de esta intrigante mujer, que me fascina y me absorbe.
Solo la tranquilidad dentro de la sinfonía sexual
en la que estoy transportado sin fin.
Como una inacabable realidad.

Si yo lograra callarme y callar a los demás,
quedar todos en silencio, atónitos, la huida eterna
que siempre está en nosotros.

Mi problema es que no estoy solo.
Estoy inundado de seres que me miran, me tocan,
me escuchan, se mueven y quieren hablar,
especialmente esto último.
Siempre hay que decir algo al parecer,
siempre hay que dar explicaciones al parecer,
siempre hay que justificarse al parecer.

Estoy con quien quisiera ignorar y anhelo estar con quien me ignora.
Extraña situación de desequilibrio emocional.

En cada persona que conozco percibo algo preocupante.
Nuestra soledad no se determina por ninguna coordenada.

 Me convenzo, hay que actuar, sonrío aunque esté quemado
de tanto sonreír,
manejo objetos extrañísimos, débiles porcelanas, locos,
asquerosos éxitos, fracasos gloriosos, danzas sobre silencios,
imágenes deformadas, iras y dulzuras, todo a la vez.

 No existen palabras para mis pensamientos, ni para los de nadie,
solo una imagen difusa:
Veo borrachos, no borracheras,
amargados, no amarguras,
traumatizados, no traumas,
alegres, no alegrías,
personas, no personalidades,
yo, no mi nombre.