Otra vez inmerso en un lugar
del que creí que ya había salido,
había escapado. Otra vez enzarzado
en lo que ya no deseo.
El destino es obstinado,
pegado a mí con su instinto
de supervivencia.
Yo no sé si cada uno tenemos
un destino concreto,
una meta asignada,
una línea no negociable.
Suena a tiranía sin permiso a rebelarse,
aunque grite, mate
Y me suicide infinitas veces.
Y es que el tiempo puede pasar, Pepe, pero el recuerdo permanece, por suerte o desgracia.
ResponderEliminarUn abrazo.