Otra vez al punto de partida,
una manía no intencionada
por mi parte,
y las manos buscaron en otra arte
una inquietud enamorada.
Así me vi en un lugar
ya conocido,
donde sabía que nadie me esperaba,
pero es como a la noche el rocío
que deja lágrimas en el alma.
Volver es como mirar de nuevo
los caminos retorcidos
por un estar inquieto,
y en aquel punto de partida
sin saber aún quién he sido
reinicio iluso la misma vida.
Una vez, y otra, y otra,
que ni aprendo ni me entendieron,
como el vicio que tienen las olas
que inquietas por ser del mar
se fueron muriendo.
Quizás como esas olas que con la resaca se van quedando dormidas en la orilla de la playa.
ResponderEliminarUn abrazo.