Podría por fin
vivir en jardines imposibles,
no con madreselvas,
sino con selvas
de tierra sin agua,
y nada de jazmín.
Interpretar a la postre
el postre de la locura,
ignorar la ternura,
desabrochar los botones
y darme un festín.
Eliminar el olvido
y todo antaño recuerdo,
no reconocer
lo legal o lo cuerdo,
deshacer el ovillo
y engancharme a un delfín.
Escribir al fin
versos sin sentido,
y una vez hechos y leídos
que no tenga sentido
cuando pasabas por aquí.
Buscar la paralela
que no confluya con otras,
y que sea una moda
una memoria sin abrir.
Y, en definitiva al menos,
sentir que de vez en cuando
yo asumo el mando,
por mucho que me escupas
con tu inútil reír.
No me hagas hacer esto,
todo depende de tu extraño
tratamiento huraño
cuando pienso en ti.
Es como un galope alocado del corazón.
ResponderEliminarUn abrazo.