La sonrisa de sus orejas me parecieron un estornudo,
y andaba con la cabeza por los trechos aún no hechos,
se acostaba de mañana para decir buenas tardes tarde,
y se cruzaba con los zapatos de otros que no paraban,
hervía el hambre entre suculentos pasteles de adobe,
y el punto de fuga se movía como un loco parásito,
más se buscaban en los sueños de despierto presagio,
y lloraba como macho cuando llora como sin gana,
se masticaba el empeño como un erizo presumido,
y se ocultaba cobarde frente al dragón de una orquesta,
la cuestión era manifiesta como una bandera lisa,
y se me perdía con mucho deleite esta dureza blanda.
Curioso "cubismo" en estos versos que nos dejas.
ResponderEliminarUn abrazo.