miércoles, 31 de octubre de 2012
Está en mi vida, la vida entristecida
Está en mi vida, la vida
entristecida,
y entre mis manos, tus
cálidas manos,
que en este sueño de un
triste día
soñé ay de mí que me has
dejado,
años que pasan y mi alma
angustiada,
locura callada, hablo con
mi mente,
soñando aquella infinita
mirada,
y maldiciendo que estás ausente,
ya caen lentas las hojas
invernales,
de los robles enormes y
secos,
se hace de noche y tras
los cristales,
lagrimea la lluvia con
suaves ecos,
todo se detiene y se
difumina,
todo se oculta como un
engaño,
oscuras sombras donde el
sol declina
todas las sonrisas de mis
años,
lamentaré que mi vida está
perdida,
mientras ignoro que la
mañana asoma,
pasadas noches de
infiernos vividas,
¿dejará la luz oculta las
sombras?,
quise decir una vez cuanto
te quiero,
para entonces tú ya no
estabas,
te fuiste alocada por otro
sueño,
mi sueño, no te
interesaba,
llegan por ello los días
otoñales,
de hojas ocreadas y tardes
preciosas,
recordando aromas de
rosales
de la primavera
bulliciosa,
este dolor que en mi alma
se fija,
y estas palabras que un
amor describen,
a duras penas, tristes
rimas,
que al leerlas, me
deprimen,
así pues en la mañana
clarean
luces de los enamorados,
y en mi eterna noche se
queda
el triste
olvido que me has dejado.
lunes, 22 de octubre de 2012
AL FINAL DE TU VIDA
Yo soy lo último de tu
vida,
el último amor ignorado,
la palabra breve del poeta,
Un gris papel olvidado,
el último concepto que te
queda
del último metro que has
dado,
la estrella débil de la
noche
de un triste cielo
azulado,
el último objeto que
ignoraste
en el tacto de tus manos,
un conjuro de la mañana
en la noche olvidado,
quizás, el dulce sueño
que tuviste con doce años,
lo único que te queda
de tu tiempo y tu espacio,
yo ahora te recuerdo
el sueño de aquel verano,
seco tus lágrimas amargas
de tu corazón desolado,
aquel que un día
ignoraste,
no lo querías a tu lado,
yo soy tu última brisa,
la que ignoras cómo ha
llegado,
el amor que deseabas
y en un cajón olvidado,
la palabra más oculta
de un extenso tratado,
la última mano que sientes,
heridas están tus manos,
la mirada me la vuelves,
tus ojos se han volcado,
yo soy tu corazón, tu
alma,
siempre estuve a tu lado,
me callé cuando me
olvidabas,
te hablé cuando te
dejaron,
soy el amor que no esperabas,
el único
que te ha quedado.
RELATO DE SERGIO STEPANSKY - LEÓN DE GREIFF
¡Juego mi vida!
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!
Erik Fjordsson.
Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...—
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...
¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...
¡Bien poco valía!
¡La llevo perdida
sin remedio!
Erik Fjordsson.
Juego mi vida, cambio mi vida,
de todos modos
la llevo perdida...
Y la juego o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...
La juego contra uno o contra todos,
la juego contra el cero o contra el infinito,
la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,
en una encrucijada, en una barricada, en un motín;
la juego definitivamente, desde el principio hasta el fin,
a todo lo ancho y a todo lo hondo
—en la periferia, en el medio,
y en el sub-fondo...—
Juego mi vida, cambio mi vida,
la llevo perdida
sin remedio.
Y la juego, o la cambio por el más infantil espejismo,
la dono en usufructo, o la regalo...:
o la trueco por una sonrisa y cuatro besos:
todo, todo me da lo mismo:
lo eximio y lo rüin, lo trivial, lo perfecto, lo malo...
Todo, todo me da lo mismo:
todo me cabe en el diminuto, hórrido abismo
donde se anudan serpentinos mis sesos.
Cambio mi vida por lámparas viejas
o por los dados con los que se jugó la túnica inconsútil:
—por lo más anodino, por lo más obvio, por lo más fútil:
por los colgajos que se guinda en las orejas
la simiesca mulata,
la terracota nubia;
la pálida morena, la amarilla oriental, o la hiperbórea rubia:
cambio mi vida por una anilla de hojalata
o por la espada de Sigmundo,
o por el mundo
que tenía en los dedos Carlomagno: —para echar a rodar la bola...
Cambio mi vida por la cándida aureola
del idiota o del santo;
la cambio por el collar
que le pintaron al gordo Capeto;
o por la ducha rígida que llovió en la nuca
a Carlos de Inglaterra;
la cambio por un romance, la cambio por un soneto;
por once gatos de Angora,
por una copla, por una saeta,
por un cantar;
por una baraja incompleta;
por una faca, por una pipa, por una sambuca...
o por esa muñeca que llora
como cualquier poeta.
Cambio mi vida —al fiado— por una fábrica de crepúsculos
(con arreboles);
por un gorila de Borneo;
por dos panteras de Sumatra;
por las perlas que se bebió la cetrina Cleopatra—
o por su naricilla que está en algún Museo;
cambio mi vida por lámparas viejas,
o por la escala de Jacob, o por su plato de lentejas...
¡o por dos huequecillos minúsculos
—en las sienes— por donde se me fugue, en grises podres,
la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almaceno en mis odres...!
Juego mi vida, cambio mi vida.
De todos modos
la llevo perdida...
lunes, 15 de octubre de 2012
SI NO TE HE VIVIDO
Nunca
moriré si tú no me amas
porque
no he vivido,
la
noche no es paz callada
si
no te he vivido,
no
hay sueños que agoten mi alma
si
no te he vivido,
si
no te he vivido,
si
no te he vivido,
si
no he empezado nada,
si
nada ha tenido principio,
vegeto
en historias sin cuento,
figuro
en libros no escritos,
reloj
sin aguja, sin tiempos,
tren
que no aparca en un sitio,
no
moriré pues tu no me amas,
porque
no he vivido,
estos
versos, vanas palabras,
si
no te he vivido,
si
no te he vivido,
si
no te he vivido,
si
no he empezado nada,
si nada
ha tenido principio.
miércoles, 10 de octubre de 2012
YO VOLVERÉ A QUERERTE
Yo volveré a quererte
Si de
nuevo, en los mismos hechos
Nadie vence,
Yo volveré
a quererte
Si las
mismas palabras que dijimos
Son diferentes,
Si partimos
de la nada
Pero llevamos
todo lo que hicimos,
Yo volveré
a quererte
Si olvidamos
aquel momento
Que tanto
nos quisimos,
Si cruzamos
las mismas calles
Donde tanto
nos aburrimos,
Pero esta
vez nos fijamos
Que tonto
asunto confundimos,
Yo volveré
a quererte
Más que
a la brisa del verano tibio,
Que arrancó
sin saberlo los momentos
Que guardarlos
no supimos,
Si llevamos
permanente
El pasado
con sentido,
Así,
cuando tú quieras
Yo volveré a quererte.
sábado, 6 de octubre de 2012
SOLO QUISIERA AL FINAL
Solo
quisiera al final
que la luz
esté conmigo,
y que todas
las cuevas profundas
sean la
excepción de mi camino,
solo
quisiera al final
que el amor
esté conmigo,
y que el
odio desequilibrado
se haya
muerto por sí mismo,
solo quisiera
al final
que el
color esté conmigo,
que lo
ambiguo y difuminado
no marque
el recuerdo del río,
solo
quisiera al final
que el
azahar esté conmigo,
y que todo
aroma bloqueado
se haya
liberado en mis sentidos,
solo
quisiera al final
que la
libertad esté conmigo,
y que la
prisión sea un concepto
una
historia, un cuento chino,
solo
quisiera al final
que la paz
esté conmigo,
y que el
poder y la codicia
al infra
mundo se hayan ido,
solo
quisiera al final
haber sido
útil contigo,
y que si
una vez no te escuché
rencor no
me hayas prescrito,
solo
quisiera al final
cuando la
muerte esté conmigo,
que los
sueños de romántico
perduren invictos.
PARA UN ESTETA - José Hierro
Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas. Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas
van socavando nuestra roca. Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas! Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa. Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra. No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria. Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar,
«que es el morir», dicen las coplas. No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra. Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas. Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas
van socavando nuestra roca. Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas! Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa. Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra. No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria. Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar,
«que es el morir», dicen las coplas. No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra. Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.
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