Tu llanto apagado, más bien gemidos arrinconados,
de quien no espera salvación, o cambio de vida mísera,
amargo por la no correspondencia, por el no canje,
ni un intercambio de ideas, sola,
como un cajón abierto vacío, con el aire huido,
suplicante, sin decirlo, pretendiendo que me doble
como un gemelo del designio, confundida, aturdida,
sin bolsa, sin amarre, sin nada que agarrar,
sola como un día atemporal, no contemplado
en el calendario de santos o escépticos,
asidua a esquinas de calles estrechas, a los túneles,
al libro mal oliente sin habitar al autor que lo crea,
escandalosamente sola como una anciana tras las rejas,
como un aniquilamiento, como un cementerio en la orilla,
como el crujir del viento en las maderas de un viejo barco,
necesitada de aire, de pulmones abiertos,
de boca ancha, de manos inquietas, de avidez y secreto.
Me descubriste ya pasada de rosca, sin saberlo,
la vida te fue injusta y nadie puede explicártelo,
y me agarraste el brazo, y me miraste, y me diste un beso,
me supo a último y primero, con aire sacramental,
y me diste un abrazo, como una posesa in consentida,
me miraste después, como si vieras a otro y al mismo,
yo era otro, tú no eras ya la misma, ella ya viajaba,
se iba por los parques a buscar mínimas briznas,
acontecida, malhumorada, como si te sintieras otra,
tu soledad que busca la soledad, de la misma manera
que las olas huyen del horizonte del mar lineal, plana,
quieta, marca plana, huella quieta... vámonos,
aquí, tú y yo no pintamos nada, pide la cuenta,
... sola, solo, nos lo comimos todos,
hasta llegar al olvidarnos quienes éramos.
Situación, de esa "soledad", que muchas veces se da entre dos personas y dos sentimientos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizás una de las menos inexplicable ¿verdad? dos soledades que conviven sin saber por qué. Gracias por el comentario
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