miércoles, 26 de agosto de 2015

AQUELLA VEZ

Te devuelvo mi poema y los mil problemas,
te devuelvo aquel beso que no sabía a eso,
las dosis de abrazos pagados a plazos,
y la mirada expectante, y el adelante,
te devuelvo los secretos ya abiertos,
los paseos imaginados y nunca dados,
de tus labios la humedad que supiste cuidar,
y tu perfil perfecto para no recuerdo qué proyecto.
Te devuelvo las noches con sus broches,
las madrugadas por la cama,
los revestimientos de los sentimientos,
tu orden de las cosas como una sola cosa.
Te devuelvo tu desprecio al no poner precio,
el alma entregada no a cambio de nada,
el sinuoso camino recto por desatinos,
y el palacio de diamantes con manual por delante.
Te devuelvo el tiempo de tus des tiempos,
y el des tiempo de tus tiempos,
y tus ojos como flores de ambiguos colores,
tu aurea orgullosa, tus fugas diarias,
tu plantilla sectaria, y tus voces en prosa,
tus reconfortantes victorias, tus canciones,
tus admirables misiones, tu escasa memoria.
Te devuelvo el prestigio, el lugar apropiado,
el rincón arropado, y la calidez de tu brisa,
tu libertad irreprochable, tus gestos amables,
pero no te devolveré de mi corazón el sable
clavado, aquella vez, por aquella sonrisa.

2 comentarios:

  1. Es cierto que podemos devolver todo y tanto, pero, precisamente, ese "algo extraño y especial", que anidó en nuestro corazón, eso no podremos devolverlo nunca.
    Un abrazo.

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