Bajo mí hay un yo enhebrado en guerras perdidas,
una eterna sombra de hechos pasados no ocurridos,
deseándolos como un cachorro en el pecho materno,
e incontables secuencias de estrellas sin forma,
de un fino hilo yo pendo como una apuesta trágica,
desvirtuando el espacio que emanan los días,
la oferta provocadora de otro pacto inmortal
y la fatalidad de la maldita rueda de las horas.
Junto a mí vive alguien que agota mi sangre,
y no maldice en balde, mi tiempo es el suyo,
me ahogo en su presencia de mar arrogante,
donde desemboco como en él las negras gotas.
Bajo mí hay un yo enhebrado en guerras perdidas,
un camino movible hacia ninguna parte,
una lluvia miscible con las sombras de la tarde
y una noche solitaria donde acaba mi historia.
Todos tenemos ese otro "yo", que oculta tantas cosas y hasta nos condiciona.
ResponderEliminarUn abrazo.
O como se dice popularmente, vivimos en el limbo. Gracias por tu comentario. Un abrazo
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