jueves, 29 de enero de 2015

LA CAJA DE LOS ABRAZOS

Lo tenía arropado y protegido como un tesoro,
sin ser de oro, su caja de los abrazos,
junto a un trozo de raso, y varias fotos,
y entre otras cosas de todo, arena acaso,

era como un seguro de vida, más de sueños,
para defenderse del dueño de todos los olvidos,
el que sella desaparecido con tenaz empeño,
el cruel dueño que acaba con lo vivido,

y de vez en cuando, alguna vez que otra,
lo abre, y brotan, cariños que una vez fueron,
mundos de linderos con riberas y hojas,
amores que se arrojan, y besos primeros,

tímido lo hace pues teme que se vuelen,
o se gasten o quemen como todo lo que pasa,
que el tiempo rápido arrasa cuanto amor se tiene,
que la ausencia se mantiene eterna y falsa,

es lo que le queda con su caja de abrazos,
con la que vela sin plazos su pasado formado,
el tiempo de enamorado, su paz y remanso,
el oro de su descanso, sin ser brillo aureado,

¿quien no mira las fotos de lo que una vez sucedió
y un pequeño temblor en sus manos delata?
¿quien no reflota la barca que se hundió
y la embadurna de amor, de sudor y lágrima?

su vida diaria ya no acontece, larga y pesada,
sin contenido, si nada, y así pasan los años,
y así mueren los años, pero en su caja se guardan
las únicas miradas que sinceras se amaron,

y los únicos plazos donde la vida explotaba,
verso o prosa enamorada, o amor acaso,
y aún temblorosos los brazos, siempre se cruzaban
al abrir la caja, sin ser de oro, su caja de los abrazos.




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