Lo mismo no vale mi moneda,
mi crédito o certificado,
ni un bilinguismo natural,
érase una vez una isla artificial,
una curiosidad para un breve rato,
alguien de quien te quejas,
que tira y esconde la teja,
igual, de extraño calado,
no te soy ya familiar,
preguntas si está bien o mal,
si se ríe o anda mal humorado,
o más simple, no te interesa,
no es dedo de santa Teresa,
ni va con reglas al dictado,
o solo alguien superficial,
una vieja cita inmaterial,
un etéreamente flipado,
que ni cumple, que ni reza,
y por eso, cuando entras,
te vas para otro lado,
pues parece que te huelo mal,
y casi nunca un hola o que tal,
como si te hubiera pellizcado
una avispa grotesca,
aunque me anda la sospecha
que me has dado por chalado
en un rincón en soledad,
rara cosa en su pensar,
así que caminito
y echar a andar,
no sea que te rocíe
de frustración con destreza,
lo sorprendente y que me pesa
es que cuando a otro lado
me he acercado,
llevas flores a raudales
vertiendo admiraciones en canal,
siendo genial ahora lo que hablo,
¿es a mí? ¿es por otros?
no te entiendo, ¿con qué moneda
te las gastas?
no te entiendo,
vaya prenda.
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