martes, 27 de enero de 2015

OTRA MANERA DE DECIRTE LO MISMO

Dime, ¿podríamos hablar?
aunque no sé muy bien qué decirte,
mejor dicho, por dónde empezar,
y creo que es posible que es
porque pienso más
en cómo puede acabar.

Yo creo que yo te espero,
y pienso que tú me esperas,
a ver si hilamos algo,
aunque sea a base
de frases pueriles,
sin importancia,
que puedan ir volcándose
a algo más pasional,
lavado de los perdones,
del intento de raciocinio,
de cosas anteriores,
de reconstruir precipicios,
de la fugacidad del ser,
y más lindezas, y más principios,

dime ¿podríamos hablar?
podríamos hablar porque en mi boca
emergen sentimientos y me desquicio,
porque se me seca la saliva
o porque ella ahoga mis delirios,
porque te dije lo que te dije
en medio de lo que nos dijimos,
porque íbamos hacia delante
como se desangran los ríos,
porque una vez tú y yo cruzamos
los dedos en algún sitio,

dime si podríamos hablar
de otras cosas y de lo mismo,
de por qué hemos dejado de querernos,
sabiéndonos aún más queridos,
de por qué aún guardamos aquella flor,
y aquel Sol, y aquella mirada, y aquel signo,

yo no sé si te sientes tan extraña
como me siento yo contigo,
como si acabara de descubrirte,
como si descubrieras que no soy el mismo,

tu aurora se expande en ocasiones,
hago devociones,
sucumbo en un olvido,
y cuando digo que quiero hablarte
no es para hablarte de lo mismo,
sino para hablarte de lo mismo,
con las mismas palabras,
por ver si descubrimos
cuál de ellas fue la asesina
de las que venían de camino.

Díme si podemos hablar
ahora y para todos los siglos.

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