Como el agua y la candela,
como el placer y el dolor,
casi siempre así se llevan
el celo y el amor,
pues celo es amor que se queja
de la ligereza del amor,
y amor sin celo no parece amor,
más bien indiferencia,
que uno parece posesión
y el otro simula entrega,
que uno desatiende la razón,
y el otro, sin razón, se queja,
discuten entre ambos
quien soltó la madeja,
y abren el espacio,
y, en él, amor se vuela,
uno se cansa de la escena,
del golpe de un martillo,
y el otro venga y venga
con dónde estás y dónde has ido,
malos compañeros ellos son
y a pesar de ello, inseparables,
ambos se dicen intachables
o perfectos en sus esquemas,
y presumiendo de devoción,
aún acabando en ira y pena,
critican la otra cara de la moneda
que hacia el aire se lanzó,
a veces logran paz,
y comparten sus lágrimas,
y escriben en alguna página
perdones con letras,
malos compañeros, así es,
nunca acaba en buen tema,
por no reconocer, apenas,
que no hubo razón,
y entre uno y otro, vaya plan,
una se va por otra leyenda,
la otra se queda en su protesta,
pues uno al otro ya apagó.
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