No voy a decir lo cristalino de sus ojos
que muy bien sabeis que así eran,
o que de su prosa milagrosa
hacía figuras por primavera,
aún más,
que se rendía como se rinde
el agua por las riberas,
y el murmullo del silbo
del viento por las laderas,
aún más,
que insinuando presagios con la sonrisa
¿quien no se rindiera?
que hacía mecer las hojas
por la noche lunera,
pero más,
que entregado sin remedio
porque ella se entrega,
¿quien así me viera?
rendido, más soñándola
en la inexperiencia de este dolor,
que cuando llega
no hay terapia que lo sane
ni ley que lo entienda,
ni dieta de autor,
ni correcciones y enmiendas,
que no hay forma de saber
que sea yo en un eco de ella,
más,
si no,
me apropié de lo indebido,
de lo inherentemente querido
y deseado,
y aún más,
sin autorización
por estar de alguna forma
con ella.
Y todo "sin autorización..."
ResponderEliminarUn abrazo.