jueves, 22 de mayo de 2014

LA INDIGENTE Y EL MAJADERO

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
No podía decir al edad que tenía,
era un rostro insondable, extraño,
miradas a un lado y otro de soslayo,
la anciana se consumía en sus cigarros,
¿hijos? ¿nietos? ¿algún ex esposo?
¿ninguna foto? ¿solo recuerdos?
manos arrugadas, tanto trabajo
inútil, para acabar en el agujero,
 
y yo me quejaba de la vida
por cosas de estúpidos recelos,
ignorante de la vida amarga,
de todo tirado por el suelo,
 
miraba oscilante a un lado y otro,
como si esperara al tren del cementerio,
¿Dónde hace sus necesidades
esta anciana? esto me volvía majadero,
¿Dónde se limpiaba las manos,
su cara des acariciada era un espectro,
solo pedía un poco de comida
y cigarrillos para irse al cielo,
 
mientras yo jugaba en mi móvil
a pelotitas,
¡logré el récord!
hay que ser muy majadero.

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