No es probable que vuelva a mirar el mar,
que los sentidos se han ido perdiendo,
como el aroma de la flor se va yendo,
que un sonido de la noche se juega el final,
que los que fueron ya no seguirán,
y no hay ya más locuras que decir,
que esto ya anuncia el fin
que nunca más volveré a nadar,
que me voy como se van los sueños,
que la mañana en su clarear
ha borrado todo mi andar,
que he de dibujar mi nuevo empeño,
y reconozco la belleza cuando estuve
y el ritmo dulce de cadencias vertidas,
que mi alma se irá vestida
de las caprichosas y lánguidas nubes,
la experiencia se queda en mí
y por años y años soportando
esos sonidos marcando
los cariños que yo sentí,
debería ser más agradecido,
y no invocar de nuevo una huida,
pero mis cosas están en ruina
y esparcidas en el camino,
quedan huellas imborrables,
quedan amistades y amores,
queda la fragancia de esas flores
que me endulzaron tan amables,
y con esto, adios, por alguna vez
quizás nos veamos en un rincón,
en alguna extraña situación
pero ahora, ahora... yo no lo sé.
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