A
mí me gustaría un día
contarte
mis mil batallas
pero
sé que no son creíbles,
que
he viajado siempre solo
y
sin ninguna espada,
el
silencio lo he sostenido
siempre
sobre mi almohada,
una
mullida, abstracta y sensible
depravación
de un soliloquio
en
la maleza de mi cama,
mil
musas decoran un antro
donde
rinden las enamoradas
en
una danza imposible,
colisionan
y yo colisiono
entre
mis propias trampas,
cierto
es que soy inteligente
pero
con estrategias vanas,
con
ello la cima inaccesible,
y
en este camino de loco
deshilo
mi madeja amarga,
yo
solo quisiera ser
una
gota ascendente que canta,
no
una excepción que resiste
inútilmente
en el blando lodo
de
las ideas que se apagan,
no
se cuestiona una honestidad,
ni
se responde a una pregunta lanzada,
sino
intuir una línea invisible
y
de este dúctil enlace de plomo
alcanzar
la calma anhelada.
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