De verdad el último olvido es para el hombre,
ella nunca sabe olvidar, no lo aprende,
porque lo vive siempre, aunque sangre,
porque ella es la que le da vida sin desprecio,
la pena sin solución es solo para el hombre,
solo ella es capaz de sonreír entre lágrimas,
el hombre solo llora en lo definitivamente perdido,
no es capaz de seguir con el hambre,
ella, si muere, se levanta, y erguida atrae
de nuevo el tiempo del pasado y tan vivido,
solo ella es capaz de empezar desde cero,
como si lo tan vivido de nuevo amaneciese,
solo el hombre olvida que hasta ha nacido,
que caminaba por lugares que radiaban,
solo ella llora o ríe, y se une, y vive y no muere,
solo el hombre acusa a su propio desprecio,
e interroga a otros por el asombro,
pero solo es ella quien siembra en los despojos,
quien de fuego de soledad adormece celeste
el batir del viento en el sueño de los ojos,
solo ella, si acusa, está bendiciendo,
solo ella resuelve la secuencia de las traiciones,
él solo se retuerce acudiendo a invocaciones,
de perdones, de razones indecentes,
no hay manos juntas si ella no lo impone,
solo el hombre es hombre si es mujer,
solo si renuncia a tanto vuelo con soberbia,
solo si se mete en la vena compañera,
y solo si ella le deja alguna vez ser,
con su virtud de mujer, el alma entera.
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