Si al final de lo vivido se denota que hay dolor,
que parece que todo lo que se hizo, ahora no hay caso,
si todo lo dicho, lo rozado, lo compartido no vale,
¿debo olvidarlo?
si al final, tanto tiempo compartiendo,
tantas risas de felicidad que desembocan en fracaso,
tanto tiempo dedicado ya no vale,
¿debo olvidarlo?
si al final, uno solo parece que ha ido mintiendo,
que todo lo que ha sido, solo parece puro teatro,
que las certezas aparecen al final como falsedades,
¿debo olvidarlo?
si al final, ni siquiera sé lo que estoy haciendo,
que me siento repudiado por mis actos,
que solo en mí y ahora se ven maldades,
¿debo olvidarlo?
si al final, aquella intensa voluntad de vernos,
aquellos nervios por tocarnos las manos
solo fueron efímeras brumas de los mares,
¿debo olvidarlo?
si al final, la melodía adorada se tacha de negro,
si ahora parece de tontos cuando cantábamos,
si en el pentagrama somos cruces de sables,
¿debo olvidarlo?
si al final, tanta explicación suena a entuerto,
si todo es desconfianza lanzada a saco,
si todo es temor o rencor, que ya no se sabe,
¿debo olvidarlo?
si al final, uno denota que aquellos momentos
en los que se acogían mis íntimos actos,
aparecen ahora como actos irresponsables,
¿debo olvidarlo?
si al final, por desgracia tengo el sentimiento
de que esto es similar a otros hechos pasados,
que el verdadero amor para nada es estable,
¿debo olvidarlo?
si al final, cada uno se larga a su momento,
y alzamos de nuevo nuestros vallados,
y mejor olvidar lo que parece no vale,
¿debo olvidarlo?
si al final, la resulta de todo el secreto
fue primavera quemada en verano,
que el rescoldo del cariño son solo cristales,
¿debo olvidarlo?
si al final, el camino llevaba a un cementerio,
si toda flor se murió en fruto temprano,
si no había ni islas ni mares,
¿debo olvidarlo?
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