Querida niña, vamos por etapas, ventanas móviles,
no ya que cierren y abran, medio transparente,
un diseño informal para informalidades probables,
aún no deseadas, ni apetecidas, in evidentes,
en esta casa elástica, aquella de las cosas anteriores,
de las flores en las que bailabas refulgente,
tras la obstinada pereza de no aceptarme en la mesa,
la ropa deshilachada de tanto planchar, analíticamente,
¿vamos? no, mejor, voy, no soy nadie para llevarte,
cada cual irá yendo buscando su personal suerte,
los modos de morder la serpiente, la lengua salada,
los puntos apartes precipitadamente,
la brevedad de la ocasión, con la llave quitada,
solemnes las noches, aburrida y silente,
menstruación volcada de los días decantados,
jornalera del pan, bocado caliente,
querida niña, vamos por espacios, incógnito despacio,
si más expansivos o menos, si más largos o breves,
si nudo repuesto, si franja de memoria, si historia,
si ya superaste aquello de la mente,
en esta ausencia elástica, como vientre vacío,
re engulles y esparces y repartes el vientre,
manos aún más hinchadas, dolores de brasas,
cristales agudos de presiones tan fuertes,
¿pasamos? no, mejor, paso, como un negro tren,
de estaciones descampadas que no se sostienen,
paso por ti, pasas de mí, o no sé que pasa,
que resulta evidente lo que no resulta evidente,
la terquedad del temor, la desesperanza callada,
el anuncio de cerrado del tenderete,
la leche soltada a los mares, aguada,
la insaciabilidad que causa ya no beberte,
querida niña, vamos de lado, el cielo insiste,
ofrece el espejo con sombras hirientes,
¿he de maldecir que alguna vez te tuve?
¿haz de maldecir que la escala se vence?
¿qué haremos ahora con toda esta flora?,
¿con este trabajo común sudado felizmente?
¿Qué harás? ¿analizar su espacio y su tiempo?
tengo una intuición, una herida doliente,
querida niña, que mal, que pena, que vano,
si todo lo hecho es aridez y se suspende,
si todo lo hablado no fue ni un pecado,
si todo es mercado, si todo se vende,
si la presunción de inocencia no es concedida,
si decides no verme aunque me digas me quieres,
si no quieres vivirme en lo que soy en mi vida,
si no deseas quererme como deberías quererme,
si, impetuosa, la llave girada, tal casualidad,
no fue más que mirar en la noche al relente,
donde luces mostraban caminos de realidad,
que se han acobardado por tus dudas frecuentes,
¿Qué he de hacer mi querida niña?
qué pocas cosas parece puedo ofrecerte,
salvo que, insisto, permanezca la llave quitada,
para que siempre sepas dónde me tienes.
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