El lugar era exactamente el adecuado,
un apartado en un rincón del bar,
yo, para no variar, llegué tarde,
llegasteis antes, dos copas medio bebidas,
algo de ira presentí en unos ojos,
yo me despojo del chaleco,
y abro un hueco en el sillón corrido,
viene un tipo con su pizarra digital,
traenos un pan con crujiente corteza,
y tres cervezas y llévate estas dos,
y vete con Dios que esto está intenso,
bien, empiezo, ¡que tal! ¿cómo estais?,
pues lo que hay, lo sabes tú bien,
me lo dice él y pone empeño,
yo no enseño nada que pueda aclarar,
ella se pone a mirar un cuadro de enfrente,
él, vehemente, me vuelve a mirar,
este chaval se aferra a una respuesta,
mis protestas de tardeza no sirven de nada,
ella como si nada baja sus ojos,
algún falso piojo me hace rascar,
¿de qué quieres hablar? ¿tú me llamaste?
no me seas falsante y dime la verdad,
es una obviedad que no sé de que hablas,
tú te alargas y expones el plan,
parece un final, y todo es un inicio,
¿qué indicios tienes? no sé lo que dices,
ella maldice mi frialdad fatal,
- no quererme hablar dice ya mucho -
el tipo trae cartuchos, esto se pone mal,
¿es verdad que no hay nada entre ambos?
bebamos, chin chin, todo es sideral,
lo cierto y verdad es esta mentira,
lo cierto es que es ira en sus ojos oscuros,
yo procuro mascar alguna historia,
ella se sabe de memoria la acusación,
muestro ninguna pasión, mi amigo se esfuma,
ella me saluda, me tiende las manos,
todo se ha acabado, y ahora nosostros,
¿ahora nosotros? ¿qué le has contado?
solo le he dicho lo que creo se merece,
a mi me parece que tú estas fatal,
no, si al final, siempre me equivoco,
pues quizás un poco, la culpa es mía,
no, es mía, no te puedo prestar.
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