nos
sentimos como atolondrados
por un
viento que nos roza de lado
y alcanza
una cota prohibida,
creer que
ya nada igual va a pasar,
que el
tiempo sana la herida,
que ya el
alma no se sienta vencida
por la sutileza
de un ladrón más,
el tiempo
variable es un loco
que no
controlamos jamás,
que lo que
es menos se vuelve más,
que lo que
es mucho se torna poco,
que de
estable pasa a quebradizo,
que un
simple paso es un comecocos,
que cien
mil pasos saben a poco,
que caen
torbellinos de rizos,
y que la
mañana parece temprana,
que la
noche es un lento guiso
voces que a
lo lejos yo nunca diviso
y que al
llegar parecen campanas,
nuestra
vida son pasos que de pronto
se detienen
por alguna tangana,
como una
pelea de la piel con el alma
y en sus
ruidos, parecemos tontos,
y ahora de
nuevo ¡que pereza entra!
poner a
cero las cosas de pronto,
retomar el
camino, olvidar el absorto
mirar esas
cosas que no te centran,
porque
siempre requerimos un destino
con rutas
en que se penetran
la piel con
el alma y como cometa
que surca
el espacio y su tiempo asesino,
nunca es
pronto, siempre es tarde,
ese parece
ser nuestro sino,
que nunca
somos agradecidos
con lo que tenemos en cada instante.
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