Él decía que si me alejo de un reloj
el tiempo fluía más lento,
por tanto y pretendiendo
que aquellos días nunca pasaran,
me fui escarbando como una luz.
Y que también la masa aumentaba,
en la huidiza mente herida,
neuronas partidas y repartidas
por la sangre hirviente,
que entonces bebías tú.
Y que las dimensiones
se dilataban,
casi con obcenidad y depravación,
pero es que no tuve otra ocasión
de alejarme la inquietud.
Dice que independiente de quien observe
el ritmo se mantiene constante,
encajando como llaves diamantes,
fulgores de ansias
sobre el fondo azul.
Y que la frecuencia más que ama y ciencia
se mantiene en sus treces,
a pesar de que se tuercen
lo que una vez fue,
y por eso verás que ya no digo ni mú.
Y básicamente, que aún conservando
la perpespectiva de los autores,
el espacio y el tiempo, y sus flores,
y el mcdos con su pesada canción,
todo se cambia si de ti ya no hay luz.
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