martes, 11 de diciembre de 2012

Indigencia

Piensa el pobre que en su alma
amor existe entre sus penas,
y que la sonrisa se gana
una a una, teja a teja,

ignora que sus penas claman
aún llamando a su puerta,
no quiere llantos, nada
escondido en la alacena,

conoce de la vida sus ramas
entre la húmeda yedra,
y el camino de lunas claras
en las noches yertas,

entre sus cartones andan
ratas que manifiestan
que son sus compañas
y que aquí no hay más fiesta,

miran gente que pasan,
estos hipócritas piensan
que quiere andar como anda
y que le vale su tristeza.

Yo, a veces pienso como el agua
surca libre las tinieblas,
que gorgotean como mansas
gotas de hambre las estrellas,

que dice el sabio que cada
persona que habita esta tierra,
tiene una luz que le llama
también desde sus penas.

El cartón es su casa,
su íntima amiga la cerveza,
una sopa en una lata
de mermelada de fresa,

su hacienda es escasa,
poca cosa y mucha pena,
manos hundidas se abrazan
a sus piernas esqueléticas,

quizás ya no llegue a la blanca
campiña florida de cerezas,
pero en su rictus se afana
ese sueño que él apresa.

Si el hombre no soñara
en lo imposible que nunca llega,
la pobreza no sería extraña
lo habido no valdría la pena,

somos de la misma maraña
los que se van y los que llegan,
unos, los que no tienen nada,
otros, saturados de prendas,

al fin, cuando el mar nos llama
y nos cobija en su esencia,
no sabrá qué gota fue rama
ni cual otra fue tierra,

las coplas dicen que allegadas
las almas se tornan gemelas,
más quedarán siembras de celadas
para otros que vengan.

Yo no entiendo esta moral rara
de meter a cada cual en su celda,
yo no entiendo como hay tanta
pobreza en nuestra tierra,

yo no entiendo que amarga
ensoñación nos eleva
a tener lo que no hace falta,
¡calidad de vida! ¿de veras?.

El pobre no tiene nada
salvo amores en sus penas,
cartones que son su casa
y ratas que se le acercan,

el rico lo tiene todo y manda,
pero su alma es la moneda,
y en los cristales de su casa
se chocan las estrellas.













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