El Sol aparece callado anunciando el alba,
y mis ojos se abren como una canción,
el frío de la noche llueve en mi almohada,
mi cabeza da saltos de aquí para allá,
inicio la marcha de todos los días,
con el café amargo en mi eterno tazón,
la fría ducha nunca se tibia,
el espejo denuncia mi loco afán,
los papeles que siempre desordeno
por la noche, en el trastorno de algun dolor,
los meto caóticos en la carpeta rajada
por la uñas quebradas de rayar la maldad,
los tiempos dormidos siempre aparecen
si despiertas de un sueño precioso de amor,
los tiempos callados cantan, florecen
en los ratos muertos de mi vida al pasar,
el tiempo molido, ¡ay! el degradado,
ese que nunca me avisa en mi yo,
la noche llevaba el día pasado
de los ridículos pasos del día al andar,
la brisa suprime cualquier esperanza
para que este día valga algo más,
y la pesadumbre de cada hora
densará el espacio, me provoca dolor,
ya sé que no hay que andarse con quejas
pesadas y viejas, debe ser mi sopor,
quizás cansado de estar obligado
a atender a todos con sus blá blá blá,
todo lo entiendo y hasta lo comparto,
todos mis respetos, faltaría más,
pero ¡hombre! por favor, de vez en cuando
necesito me entiendas, me mata tu ¡no!,
siempre soy yo el que pide disculpas,
el que rinde las manos, y convoca al Sol,
para que al menos una vez en tu vida
yo no me sienta ruina de tu perfecto razonar.
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