Piso aceras de calles con borrascas
con un frenético empeño de locura,
el sordo ruido, mis piernas flacas
me desvían por una calle oscura,
una lámpara atestigua mi presencia
y las ratas surgen de la cloaca,
buscan panes y vinos y miserias
de este andar cansino, mi morada,
logro zonas de alejada periferia,
prostituta se esmera, me llama,
pide calor para su larga tristeza
de noches frías que la inflama,
la grasa se precipita con la lluvia,
el caro perfume se desbarata,
las piernas se abren con la furia
del tiempo donde no se logra nada,
en la luz las sombras ocultan
los azules cristales del agua,
en el cielo mueren las estrellas
por tanta soledad alejadas,
mi tiempo se va callando
y las noches son tan largas,
en las esquinas van cuajando
los óxidos de las lágrimas,
dejé de verla, parecen siglos,
no hace mucho que me cantaba,
aquello que tenía el sentido
de unos ojos que se clavan,
el tranvía devora chirreante
los túneles de la madrugada,
borrachos como elefantes
sin senda ni morada,
se decantan las gotas grises
por las tuberías de la nostalgia,
recuerdo aquella noche triste
donde nada me consolaba,
fue mi llanto más intenso,
yo ignoraba su causa,
pero fue tan profundo y tenso
que me dolió hasta el alma,
puedo comprar una escena,
puedo vivir sin mi cara,
pero no puedo sentirte apenas,
quédate con mis ganas,
y andaba despacio en vacío,
mis manos no tenían nada,
tocaban paredes de hastío,
y la angustia se desgarraba,
¿por qué salí aquella noche?
¿qué es lo que buscaba?
bramando aparece un reproche
y sentía la flecha clavada,
dejémoslo aquí, ya no hay honra,
ni orgullo que ilumine mi cara,
y solo me queda esta noche,
después, no recordaré nada.
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