Estoy
obligado a decir las voces
que
otras voces callaron,
y
describir los momentos de cada día
para
que no se vayan marchando,
siento
la presión de manos sangradas
por
palabras que se van separando,
alas
que las llevan a volar
por
los vientos del espacio,
me
mato en cada uno de mis versos
para
aflorar algunas líneas más abajo,
el
discurso del alma siempre preso
como
en el redil el rebaño,
son
como filas alborotadas,
o como
tipografismos clasificados,
pendientes
de un obrero que no sabe
por
qué las coloca como las va colocando,
estoy
obligado por propia imposición,
porque
si no escribo entonces ¿cómo hago
cristalizar
las luces del Sol y la Luna
en
el frío acero de un mecano?,
lo
hago por suplicar o difamar,
por
mi ruindad o sentirme respetado,
por
trazar un buen o mal plan,
por
gritar o callarme durante un rato,
lo
hago por escucharme en silencio,
por
saber quien fuí hace años,
por
soñar quien seré en el sendero
que
enfrente tengo esperando,
por
insultar, por insultarme, por amar,
por
desenamorarme, por buscar remedios,
por
no arreglar nada, que se queden igual,
por
sacudirlas de témpanos cediendo,
y
justifico los silencios, y con ellos me llevo,
en
ellos me acojo, soy un bajo y extraño
matorral
de los caminos donde me enredo
con los
otros y sus misterios hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario