El milagro es la luz donde sucumbe la sombra,
un faro en la bruma que alivia hasta el alma,
y también las palabras volcadas al vacío
que trae la soledad de las deshojadas ramas,
la voz y el verbo que se inventó la historia
del hombre asombrado del edén prometido,
que no desfallece por la mala memoria,
que no se mata por no ser quien no ha sido.
Y el narrador se va recreando en su sueño
de héroe y víctima de una cruda batalla,
y se cubre de gloria o su ángel marchita,
y en este diario empecinado empeño
su sangre se vierte sobre aquella malla
para enredarla a ella en su vida maldita.
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