Pues sí, es así,
¿o no?,
que no sabe ni dios
lo que aún me haces sufrir.
Y sin avisar ni querer
di la vuelta en la tuerca
estallando en mi garganta,
y una pena se me anuda,
que tontera de Neruda,
que tontera:
¿viene el cielo y canta?
Ni viene cielo,
ni nadie canta,
ni las nubes se levantan,
ni los pájaros se fueron.
Aquí todo es
vanidad de maridajes
que se dijo en pentecontés,
según hermano de Manuel,
aquí todo es
certedad de falsedades,
con un mundo de paisajes
sin prosa ni clavel.
Anda el jaleo subido,
y en el lecho, adormecido,
un alma prisionero,
yo nunca fui el primero
para ninguna primera mujer.
Esto es lo que hay que saber.
Todo lo demás sosobra
como el plano de la obra
que se hará al revés.
Juego, luego, ruego,
por un mar sin concesiones,
por cofradías sin emociones,
por el miedo marinero
a los asuntos del querer.
Porque me haces sufrir,
por eso deliro,
y ya no sé lo que escribo
para esta mujer.
Porque me haces sufrir
con la frialdad de tu mente,
y con tu indecente
manera de ir.
Porque me haces sufrir
escribiendo en el aire
que ni mira ni arde
para hacerme latir.
Porque me haces sufrir,
porque yo no soy nadie,
si tú eres alguien
que ya no quiere venir.
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