sábado, 1 de diciembre de 2012

Poema ridículo

Esto no es un poema, esto es una crisálida
que se bebe las venas de una botella,
y sentándose en ella se echa a rodar,
la botella se tapa con su corcho marrón,
a esto que pasan dos y se dicen ¡Jo!
¡vaya plan el que trae el capitán!
¿vaya hostia que se va a dar?.

Subía y bajaba por San Francisco
donde las tiendas están curvadas,
el cliente entra de forma extraña
y pide botellas con crisálidas,
que tengan alcohol y que se evapore
cuando devore su pan con manteca
de un cochino que un bestia
lo ha degollado,
como se degollan las moscas
zumbadas y molestas,

derivo estas cosas por aburrimiento
o quizás por doscientos pasillos,
vale lo que sea con tal de que un siglo
sea decoroso o al menos sencillo,

se extravía la tapia, mira que está quieta,
y sin embargo coqueta se abre de patas,
el pato patea la pata cegata,
la gata ronea con un gato de yeso,
que no se entera de lo que van estos versos,
que yo no soy preso de mi mala pata,
que mala es la pata que mete en una lata
a un gato "ahogao" con una corbata,

¡como no iba a pasar una rata!
para echar un rato o roer la patata,
la patata que tengo en esta perolata,
una perola que parece de hojalata.

y ¿cuál es la conclusión?
y ¿por qué debe haber una conclusión?
y ¿para qué queremos una conclusión?
y ¿por qué no mejor una confusión?

o ¿es que lo tienen más claro los obispos?
¿el presi? ¿la concejala? ¿el ministro?
¿el nuncio? ¿el banquero? ¿el fisco?
¿la Zarzuela? ¿la Moncloa? ¿el signo
más o menos de la bolsa bursátil?

¿el valor del dinero desde un portátil?
¿la orden de acción desde un móvil
de un tipo "sentao" en una limusina
que va de New York a San Francisco
para verse con su puta fina?

Yo no quiero meterme esta paja
aparente y calibrada de la economía
que dicen hacer estas señorías
tan alejadas de las crisálidas,

yo quiero un mundo nuestro
loco y con amor delirante
y esa felicidad emocionante
que borre a los infames de cada día.

2 comentarios:

  1. Más que ridículo el poema... yo vería ridículos a los que no te ayudaran a empujar al precipicio al absurdo, de la maravillosa forma en la que lo haces, a sus señorías, al presi, al nuncio, al ministro y también, por qué no,al de la limusina.

    Genial, me has hecho reír.

    Un beso.

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  2. Todo este absurdo vuelve surrealista a la propia lógica, el problema básico es que no sé cómo ni de qué manera este tipo de gente acaban convenciendo a otras demasiadas gentes. Quizás lo mío es locura frente a la cordura de ellos pero la prefiero. Y si te han sacado una risa esta historieta para mí ya es suficiente pues ha cumplido su fin y no por que haya que poner buena cara al mal tiempo sino porque al menos no todos estamos dispuestos a creernos las perolatas de otros.

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