Truena el agua como las últimas aguas
y se llevará el color de la perdición,
las calles descubiertas sangran ganas,
muere la tarde en su eterno sopor,
impías las luces de bares se estremecen,
gente se citan como si no fueran jamás,
nunca más pensaré que me parecen
las órbitas de mis ojos razón de un amor,
miro ya todo como si estuviera perdido,
irrecuperable todo lo que fuí y sin honor,
me cuento mis pedazos impropios y vencidos,
acudo a historias que jamás me vendrán,
me cité y yo no estaba, que historias pasan,
iba por mí alguien que parecía hablar,
el bullir de la noche parercía grabada,
contaba lo que hacía pero no era yo,
mis pies son de otro, por ahí andaban
sobre gotas de hulla de carril sin fin,
las líneas doradas gritan, la angustia
de no andar un metro en mi estúpido andar,
dame los cuatro y te pago cinco,
dame tus gritos y te cambio el amar,
dame tus palabras, quédate con mi silencio,
me doblo, me sobro, esto no es honor,
honor sería que yo fuera una causa,
la vanidad maldita me impide el dolor,
el silencio de la tarde se me hace broma,
mi historia de nuevo se vuelve a parar,
¿por qué no me dedico a algo concreto?
tanta divagación vana me acabará por matar,
tantas palabras sin sentido y sin miedo
no serán el remedio de mi eterna ilusión,
las cosas son como son, o puede que no,
pues ¿qué hago para que sean de otra forma?
¿me revuelvo? ¿me cambio? ¿imagino viento
que cambia siempre en la línea del mar?,
si soy nave debería anclarla por un tiempo,
y allí sin reloj en la inmesidad pescar,
algo que pase punible y sereno,
y sin los fríos aceros de mi extraño dolor,
si llueve, que llueva un poco también para mí,
que las aguas tan altas no saben que son
dulces sanadoras de heridas interiores
ni amores nuevos que traen al brillar,
las lágrimas vertidas se vierten por todos
y por todos se mueven, y en tanto girar
como olivo se retuercen de la ansia de la vida
de sus hojas por su refulgente Sol,
nunca seremos dos si el alma es solo una,
no existen dos almas en un mismo dolor,
ni las naúseas serán nunca compartidas
ni los besos de dos se recuperarán,
solo se sabe dar lo que se lleva consigo,
no se puede robar a otro, no se puede robar,
el hurto del alma es tan asesino
que es capaz de matar sin decir una voz.
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