No quiero romper este silencio
que se ha esculpido con tanto trabajo,
como el goteo en la cal de una gruta,
y aún pareciendo palabras que insultan,
pelean, culpan a las otras
y tras los silencios se trituran,
si rompo el silencio es con el silencio,
se callan los vientos, se anudan,
como esferas que por los desiertos
giran hirientes, giran y giran,
el silencio es noche hirviente
que no avisa, que llega y urga,
clava en la herida incandescente
la sangre negra de la noche oscura,
el ocaso se disloca, se vierte
por el espectro de nuestras vidas,
por los temas eternos, prohibidos,
por la mediocridad cotidiana, absurda,
si me callo y me callo de por vida
será porque ya sé que no hay causas,
que no hay razones de aclaren nada,
que nada queda en esta herida,
que no seré social, que no me basta
decir lo que sé, que lo que sé me irrita,
andar por andar, estúpida aventura,
tocar por tocar, los nervios no chirrían,
a las veinticuatro horas nunca desembocan
la buena voluntad de cada día,
salvo sombras ajenas, las sombras
de las imposibilidades vertidas,
si me callo es por no hablar
de lo que me interesa o me excita,
de no querer actos con las palabras,
ni palabras que por decirlas se digan,
ni más argumentos ni más trampas,
ni más respuestas que la vida misma,
si me callo no es porque no tenga ganas,
yo quiero ganarme lo que me digas,
yo quiero que me lluevan tus aguas claras,
yo quiero que me truene tu boca huidiza,
¿por qué no me dices lo que quiero que me digas?
¿por qué me dices que estás vencida?,
vamos a hablar ¿quieres que hablemos?
hablemos pues de mis manos atadas,
de mi cuerpo hipotecado y estéril,
de mi sueño inútil y débil,
de no poder sentirte en mi cuerpo,
del desapego de mi piel en tus equis,
de mi inportunidad para contigo,
de mi frustración de no estar contigo,
de mis ojos con los que no te miro,
de mi piel y tu piel en distintos sitios,
de volverme loco al hablar contigo,
de, lo inaccesible de estar contigo,
hablemos de lo inútil de esta droga,
de todas nuestras millones de horas,
del mundo imaginado en nuestras cabezas,
de las calenturas, de la siniestra
maldición que nos aleja,
de la maldita distancia que nos ahoga,
de lo que no nos podremos dar,
de todas las miradas que vamos a perder,
de todos los no paseos por el mar,
de todos los no café en el boulevard,
de ningún vello tuyo poder contar,
de ninguna mueca de tu risa poder rozar,
¿cómo podría vivirte así?
¿cómo solo, por la noche, seré feliz?
¿cómo aceptar que ni siquiera hay fin?
que ningún inicio lo fue a buscar,
que jamás te podré amar
sin necesidad de las palabras para amar,
¿no te das cuenta de mi necesidad por tu presencia?
¿no te das cuenta de esta indecencia?
yo prefiero el silencio como el de una estrella
que brille en la oscuridad inmensa,
callada, pequeñita y muy quieta, muy quieta,
que se irá apagando, muy quieta, por esta pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario