El frío de la noche
no parece buen compañero,
pero es el que tengo
y es constante y sereno,
todo este frío me calma
con silencio y esmero,
cristaliza mis palabras
y me las devuelve luego,
tres luces rompen la noche,
la tímida, la pálida y la blanca,
se deslizan despacio
humeantes por mi espalda,
y yo manifiesto ahora
el solemne momento
en que este frío no me ahoga
y me lo llevo dentro.
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