viernes, 22 de marzo de 2013

LA EXPENDEDORA

Salí de aquel agujero mal sano casi vomitando,
y la ví marcando en una esquina un espacio,
me detuve sediento, estaba sudando,
miré primero su reloj rojo y cansado,

con mi dedo tímido pulsé nervioso y frotando,
la hora cambió, no me pareció un precio caro,
busqué por mis piernas dinero medio oxidado,
no era el justo, sobraba o faltaba, no hay caso,

es que esta mañana no había desayunado,
alguien me ordenó una analítica, y vaciado
el deseo de un dulzor y un sabor acalorado,
ya me ponía nervioso, ¡que rollo me traigo!

"push" o "view price" y "vaya marcando"
estos mensajes preliminares grabados,
me parece tan increíble que tantos ratos
echen los diseñadores en grises planos,

el trapicheo de la barra con grasas de dedos,
o perfumes o esencias de azahar de euro y medio,
mil millones miran móviles, que ojo enfermo,
alto los triglicéridos, vaya usted comiendo menos,

yo solo quiero ahora comerme una rosca, ¿qué debo?
soy un ave maría de una confitería, no hay remedio,
el codo la apoyo en ella, y pienso y pienso,
si le pago o no le pago, si mejor como o bebo,

como la inexistente manzana de Isaac me devaneo,
noventa grados, váyase usted moviendo,
- la vuelta dice - la jodida, y yo me vuelvo,
me gusta su tubito fluorescente, todo es viejo.

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