Era su borriquillo como un perrillo fardero,
que jugaba con él en los campos de amapolas,
y le tiraba de su cola como si fuera un pandero,
el borriquillo era su amigo de cada hora,
le lavaba, le cuidaba, le daba forraje con rosas,
y el agua fresquita de los avellanos,
le tomaba sus orejas con las dos manos
y se reía con su naricilla roja,
le hablaba de mil piratas en sus naves,
y trescientos sordaos en su castillo,
eran más ángeles que chiquillos
volando sobre bosques y mares,
su papa se lo regaló en navidad,
era un borriquillo pequeño y tontón,
que empezó a andar sin ton ni son
pal niño e irlo a besar,
y desde entonces eran más uníos
que dos periquitos en la rama,
por la noche junto a la cama
oía sus rebuznillos,
bebían de la misma leche,
compartían el pan,
y hablaban del plan
del amanecé reciente,
su mama preocupada
de tan extraño querer,
le quiso hacé sabé
que era cosa rara,
y él siempre decía:
mi burrillo no me falla
y siempre tiene ganas
de darme su alegría,
que pa tené gente que hería
ya estaban los demás,
que la gente no sabe dá
sin farsas ironías,
mi borriquillo es sincero,
y tiene el alma blanca,
fíjate si es blanca
que hasta espera cuando bebo,
por mucha sed que tenga,
sí mama, por mucha,
que él siempre escucha
mis cosas y mis leyendas,
tú no sabes de esto ná
porque no me lo tratas,
te aseguro que ni mata
ni odia a los demás,
su corazón es tan entero
como er cielo azú,
y por eso más lo quiero
déjame mama, anda tú,
y mama y papa sorprendíos
ná fueron a decirle,
al ver que lo más aburrío
es no ser felices,
que tiene un burrillo simplón
como el más alto amigo,
po que siga su camino
y si no, que venga Dió.
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