miércoles, 12 de febrero de 2014

5 MINUTOS

Dame cinco minutos, tan solo cinco minutos,
a partir de ahí la eternidad será solo tuya,
la tendrás para siempre, no necesitarás cuidarla,
concéntrate en estos cinco minutos, solo cinco,

no te extrañe que no te hable en el primero
que solo en él he pensado dedicarlo a sentirte,
a sentirte como fuiste, cómo logró aquel arquero
nacido de tu voz clavarme el corazón,

de dónde venía, cómo llegué, cómo te alcancé,
en esa colina de flores azules donde bailabas,
cómo te elegí a ti para sentirme renacer,
cómo no podía evitar olvidarte ni un momento,

cómo llegarte, lograr que giraras tu rostro,
que te quedaras mirando cómo si llegara algo hermoso,
cómo poder agitar tan tranquila alborada
para que me vertiera sus luceros y gozos,

en el segundo si te hablaré de mis momentos,
de la razón o motivo por el que te abrí una ventana,
algo insospechado, de apariencia pueril, casi nada,
y que lentamente se fuera elevando muy lento,

cómo hacer de tu palabra una obra mía,
de tus escritos benditos el alma apoyada,
de la sensibilidad de tus dulces palabras
mis plegarias de todos los días,

cómo deseé con furia arrebatarte de otro,
que no gastaras el tiempo que no fuera hacia mí,
que ninguna gota de tu viento se gaste en el tiempo
perdido de un mundo que no quisiera por mí,

en el tercero de cómo me enorgullecí de tus halagos,
me creí ciertamente el mago de tus manos blancas,
y supe que en la pluma de tu corazón se estrechaban
momentos de amores y de besos amados,

en el cuarto parecíamos casi sufrir una angustia,
un terrible miedo de lo que se puede perder,
algún mal proceder que no supimos cortar,
alguna maldita palabra que nos rompió con astucia,

prisioneros escapados y con cadenas inevitables,
no supimos esquivarle, nuestro hierro era denso,
el oxidado viento de invierno lo hacía imparable,
y nos fuimos dejando vencer por el tiempo,

en el quinto gritaste, grité, pedíamos ayuda,
una tramposa duda nos fue acobardando,
y tan increíble era que nos habíamos acercado,
como increíble un adiós que sonó en una bruma,

me quedan segundos, el tren tomará su salida,
estás ya metida, desconozco si la decisión tomada,
y si en esta alejada estación de la noche sangrada,
decidirás bajarte y retornar a mi vida.

En cualquier caso seré agradecido con este tiempo
que me has dado, sé que el billete te costó,
que quizás tus últimas esperanzas con él se gastó,
no te voy a decir adiós, no puedo decirlo, lo siento.

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