jueves, 13 de febrero de 2014

HALLADO Y PERDIDO

Sabía muy bien desde donde me querías,
desde que lugar viniste a coexistirme,
qué triste flor invernal traías en tu mano,
qué ojos de ansiedad me des vestirían,

necesitaba querer en mi soledad sostenida,
recordar si alguna vez estuve en el aire,
si ahora sí aprendí por las entre tardes
a decir lo que sentía, a volcar mi vida,

e intuí que podías ser tú quien podría
extraer de mi ser las mejores esencias,
y la vocalización del sentir que se expresa,
con la dulce presencia de tu bella alegría,

porque de tener que parar, que fuera en el mar,
entre las brisas de los cantos de sirenas,
con una fiebre tenue de piel marinera,
bajo el Sol de una inmensa verdad,

y creí que de alguna manera serías
unas manos que curarían la desesperación,
la de verdad invocación de que todo llega,
y así lo miré en tu ser que no hería,

sin saber muy bien qué quería, sí deseaba
algún amanecer nuevo, un nuevo día,
que me convenciera que no fueron ciertos
los inútiles tiempos que me embargaban,

y de alguna manera sabía que podías,
sólo necesitábamos darnos más tiempo,
arreglarnos el alma que estaba ya negro
del hollín de hechos de restos de cada día,

y sin embargo, y por más que lo deseara,
y por más que lo desearas, ¿Qué nos sucedió?
¿qué buscábamos que nada ocurrió?
¿qué contaminó tan bellas dos almas?

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