Como a todos, imagino,
me ha ido dando forma el tiempo,
la naturaleza con su viento,
calor, sequedad o frío,
osadías hacia mi necedad
me fueron haciendo,
yo era también un chiquillo
que no quería crecer,
que andar era correr,
cada día era un inicio,
tan cierta, tan verdad
lo imaginación de mi ser,
capitán de los navíos,
grumetes en la tierra,
un surco de parda arena,
esferas de vidrio,
colores de inmensidad,
ratón de cantera,
no sabía el asunto mío,
que un enemigo como el tiempo
presente como infierno,
fuera ahogándome en un río,
y en esta extraña maldad
derivaba a otros cuerpos,
hasta entonces mis desvaríos,
no eran asuntos tratados,
se pensaba que al muchacho
lo curarían amoríos,
asuntillos de pubertad,
todo pasa, todo es plazo,
y llegó a hacerme un lío,
¿qué haré con mi vida?
¿a dónde voy? ¿a dónde iba?
acelerados momentos fluidos,
¿arquitecto? ¿médico? ¡mortal!
el tiempo me criba,
si yo solo sabía de corre y pillo,
si mi mundo era una plazoleta,
si era Juani el de la escopeta
con la que decían yo daba tiros,
a estudiar, a estudiar,
y yo quería ser poeta,
me culpo porque es que era tímido,
de lo que sabía sí hablaba,
de lo que no sabía no preguntaba,
ni era caldito caliente ni frígido,
era una cosa como el cuál cuál,
cuál puerta me llamaba,
ay, sí, fui yo aquel niño,
que el tiempo me cambió,
en una noche de nuevo amor,
en un acento con mi signo,
y aunque digan que todo pasará,
aquel niño no pasa, lo digo yo.
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