a veces me
asustan,
mi
peluchillo colgando de la lámpara
me abruma
con su nariz achatada,
yo no lo
toco, y sin embargo
creo que
cambia de postura,
no sé si es
que cuando subo la persiana
la luz del
día le busca,
nuestras
cosas insignificantes,
siempre
presentes, y parecen nada,
y sin
embargo, siempre tan fieles,
tan cerca y
tan calladas,
por ejemplo
este papel donde te escribo,
un papel,
ya ves, donde no había nada,
se cubre de
letras y letras,
unas
pensadas, otras no pensadas,
y el papel
sigue plano, no se inmuta,
use un
teclado o una estilográfica,
quizás no
le importe la herramienta
pero sí lo
que en él se desangra,
¿un papel?
¿tanto dice un papel?
no sé si lo
dice él
o lo dicen
las letras que antes
no
estaban,
o piensa
que antaño fue una madera,
o llora
porque quizás en cenizas
grises y
volátiles
acabará su
vida tan rara,
imagina por
un momento en este papel,
que esto
que escribo yo esta mañana,
fuera el
que una noche por ejemplo Dante,
la Divina
Comedia iniciara,
y que la
pluma que su mano albergara
trazara
expresiones tan bellas,
papelito
blanco, que no eras nada,
estarás en
la mano de todos,
repartirás
por tus planos el sueño
que Dante
en su mente soñaba,
yo no sé si
te sentirías más importante
por quien
se asoma a tu cara,
o al final
seguirías en tu tristeza
de haber
dejado de ser árbol
para acabar
en manchada lámina.
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