No quiero recordar lo que después me causó tanto dolor,
no sé, como al leerte tus nuevas palabras, saber vivirlas,
suenas ya tan diferente, como si nunca te conocí,
no puedo cobijarme en los vientos que una vez se oyeron,
en aquellos tiempos en que aparecías como cierta,
en aquellas encuestas de inocencia que te oí,
esto no es como un reciclaje, lo que se tira se tira,
lo que las acusaciones deliran rara vez se defienden,
lo que tan gravemente ofende solo lleva al fin,
no quiero recordarte como un cajón de memorias,
ni lavar historias con perdones dolidos de fracasos,
ni más casos que suenen como a desliz,
sigo leyendo tus escritos por saber si en ellos veo
algo más que un lamento, mucho más que un deseo,
un pequeño acento que me quiera como fui,
me pierdo en todos los planes, ninguno funciona,
me pierdo en las infinitas horas que siguen andando,
y en preguntarme el segundo exacto en que te perdí,
qué roce de mis dedos te causaron tanto daño,
que ni el dolor que sientes lo quieras perder,
que extraño dolor te fue alejando de mí,
no son estos hechos algo a superar en un acto,
no hay pacto simple y cercano que todo repare,
pero si lo quieres, me mataría por hacerlo venir,
ojos a ojos, boca a boca, mirada a mirada,
pies que van resbalando por nuestros espacios,
los que siempre existieron, tiempo al tiempo sin fin.
No maldigas lo que antes haya pasado,
pasaron cosas buenas, y malas, y nada sobra,
unas y otras siempre se necesitan para vivir,
y es así pues en mi vivencia diaria,
sigo caminando extrañándote
como mi amor feliz.
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