Cuando me jubile no haré nada,
absolutamente nada, salvo contemplar,
e irme por la orilla del mar,
jugar en la arena con mi pisada,
¿sabes que las huellas son eso? huellas
que alguien, en alguna otra ocasión,
las irá siguiendo con cierta vocación
por ver dónde paran o dónde llegan,
no es que quiera dejar sello impreso,
sucederá que yo estoy adelantado,
o quizás ya ahogado, o disuelto,
que las huellas se curvaron sin remedio
hacia el rompeolas en su reclamo
con el que me ganó de a poco, beso a beso.
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