Quieres un hombre loco pero coherente,
divertido pero responsable,
amoroso y no baboso,
algo más que espermas,
padre y muy señor mío,
aventurero y hogareño,
locuaz y respetuoso,
y que te llene entera,
celoso sin demasía,
inteligente y creativo,
seductor y complaciente,
amante y esposo,
alto, no presuntuoso,
guapo, no vanidoso,
aseado, no aséptico,
que sea un hombre con nombre,
con manos delicadas,
con el alma blanca,
con dulce mirada,
que te seque cuando sudas,
que te moje cuando seques,
que en tu mirada vea la Luna,
que en tus labios se crece,
que en tus manos dibuje
un corazón y dos nombres,
que como rosa de los tiempos
te acompañe en tus deseos,
que sea blando y no de acero,
habitual y forastero,
que no sea pordiosero
pero sí amante de diabluras,
vanidoso pero sin extremos,
longevo y generoso,
comprensivo y sereno,
medio abeja, medio oso,
investigador de tu sexo,
viril y efectivo,
algo duro pero afectivo,
soñador y no embustero,
bebedor de tu vino
y no aguardientes prisioneros,
de las causas y los perdidos,
de los callados callejeros,
navideño y de la mar,
original en general,
sin vanalidades en medio,
o sea, no mediocre,
de oro aunque bronce,
de savia que rebose
un hombre verdadero,
me has idealizado tanto
que hasta he desaparecido,
es imposible haber sido
en uno solo tantos,
solo soy un ser común
que me iré sin enterarme,
contradictorio como el betún
que viene a enmascararme,
tendrás que profundizar tanto
para poco a poco conocerme,
y por fin reconocerme
en este niño subterráneo,
no pidas tanto y haz algo,
reconcíliate con tu trabajo,
hazte efectiva, haz algo
diferente, haz algo,
no solo lleves tus atributos de mujer
que te vulgariza, así no hay trato,
que si de verdad no somos iguales
pues no me reclames tanto.
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