miércoles, 26 de marzo de 2014

ADOLFO

Hombre al que van laureles a destiempo,
hombre que mudó laureles,
escaño apolar, mirada no furtiva,
sonrisa al bravo mar,
eras el augurio mismo, y no creíble,
fue tu condena,
tenías que hacer infinitos más
y ninguna calle te nombraba,

conde de Suárez, condescendiente,
conde descendente
por la inquina social,
hombre de palabra y tesón,
entre oidores dormidos,
malos oyentes,
entre malos olientes
brisaste mi tierra,
yo que no fui de guerra
te me hacías sorprendente.

No te homenajeo ahora,
no es la hora,
no es tu hora,
ya anteriormente me la diste,
alguna vez supe entenderte.

Ahora, no conde, no,
ahora Adolfo valiente.

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