Tengo contigo una doble impresión,
una me lleva a una sonrisa relajada,
al brillo en los ojos de la ilusión,
la otra quisiera hasta ignorarla,
un inicio de tomarme varios metros,
feliz y fresca como húmedo barro,
y un mirarme para ir descubriendo
que mis ojos brillan con tu alma,
pero ay del camino que tramposo estafa,
del insospechado ladrón de la apariencia,
de las múltiples celadas que se atraviesan,
de los falsos juicios que nos engañan,
y cuando me dices, y casi lo creo, me amas,
me rompes la sangre como caídas de estrellas,
me rajas la cara, ¿por qué siendo tan bella
te alejas de mí como si ya nunca me amaras?
y me rompo en el espacio que tu tiempo graba,
y recuerdo palabras que me ibas diciendo,
apariencia tan clara que me iba creyendo,
con la resulta de que ahora me suenan a nada,
y tengo contigo la extraña emoción
triste y dolorosa de saber que llegó el fin,
que ya nunca más lograremos reír,
mientras nos cantábamos en la madrugada,
sí, sabor agridulce, me dejas tan cruel,
que yo no sabré cómo seguir en la causa,
si ya poner la pausa, pues ya nada consigo,
que no miro tu olvido, que tu olvido me mata,
y ya yo no sé si de verdad tengo algo contigo,
en ocasiones imagino que ni siquiera lo tuve,
que eran solo nubes que se fueron marchando,
que el calor de un verano fue calima soñada,
y ya yo no sé si sabiéndote testigo
de lo que una vez yo te contara,
decidiste arrogarte el severo permiso
de sacarme de tu vida y ausentar tu mirada,
me dices que has visto cuando no has visto nada,
me dijiste que me querrías, que todo se arregla,
pero esas palabras lanzadas solo veo que encierran
una triste manera de mandarme a la nada,
y tengo contigo la extraña sensación
de lo que ya me pasó, y otra vez pasará,
mujer de mi vida que me archivará,
y se irá algunos años a buscar otras playas,
y cuando vuelvas y retornes y me veas de nuevo,
con educación y esmero me saludarás,
me dirás algo así como que tal estás,
y te diré que bien, qué voy a hacer, si ya no me amas.
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