Por prados y colinas
camina un bello anciano,
se sienta junto al río,
sigue hacia el mar, midiendo
sus pasos en la arena.
Sus ojos son dos lentes
fijas que agrandan todo.
Sus manos bisturíes,
pincel, martillo, pluma.
Aunque camina puede
ir caminando inmóvil.
Sus oídos despiertan
las hojas y los pájaros.
Cuando duerme, su sueño
ilumina la tierra.
-Buenos días, señor-
Le canta la calandria.
-Soy la higuera-mis frutos
son la envidia del olmo.
-Ten piedad de la parra,
vencida por ingenua.
-Duélete de la ostra,
víctima del cangrejo,
por mirar a la Luna.
-Soy el ratón, buen postre
para la comadreja,
aunque ignore que al punto
va a comérsela el gato.
-Mira el grano de trigo
trasportado en la boca
de la crédula hormiga.
-Buenas noches-Yo soy
la llama en que se quema
la loca mariposa.
-Compasión para el oso
que huye picoteado
de un enjambre de abejas.
-Soy la piedra rodada
por vanidad al valle,
que suspira llorando
por volver a la cumbre.
El unicornio era,
bello señor, mi amado,
los malos cazadores
le dieron muerte un día.
-Soy el toro salvaje.
-El cocodrilo hipócrita.
-El iluso torrente.
-La navaja barbera.
-La urraca devorada
por la astucia del zorro.
-La red atrapadora.
-La lengua parlanchina
mordida por los dientes.
-El vino vengativo.
-El ojo de la llave...
-¿Y tú, dinos, y tú?
-Yo soy, yo soy...miradme.
¿Acaso no me veis?
Mi vuelo se remonta
más alto que el del águila.
Yo soy el hombre-pájaro.
El primero que anhela
ir al sol y a la luna.
El pájaro mecánico,
hoy asombro del mundo.
¿Queréis saber mi nombre?
Me llamo Leonardo.
Digo así...pero todos,
dudando, sonrieron.
Y la cola de un burro
le dio un golpe en la frente,
creyendo era su mosquito.
(Roma, 1973 Rafael Alberti)
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