Entonces me paré, y te vi,
me detuve en tus detalles,
hasta ahí fueron palabras,
sobre temas y nada,
pues miré tus ocultadas
aparentes marejadas,
de entre nudos y valles
donde a poco me metí,
y entonces yo intuí
paseándote por la calle,
que tú nunca cruzabas
si no te descalzabas,
era como que anunciabas
con pulcritud desmesurada,
un posible paisaje
a quien fuera a ti,
y entonces vi venir,
que si mi mente sabe
que tu cita es clara,
para qué pues mañana,
así que sin palabras
y sin que nada que mediara,
el beso fui yo a darte,
y te hice sonreír.
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