Quiero ser como tú, nos diferenciamos en pocas cosas,
unas manos más callosas y agrietadas,
una mirada que dicen maliciosa pero que es falso,
algunos equivocados pasos,
un tono más grave de voz,
o la imposibilidad de soltar el llanto,
somos tan parecidos que incluso yo
confundo mis brazos con tus abrazos,
mi mirada con tu contemplación,
mi concepto del mundo con tu poesía,
y algunos de mis días que se van a tus noches,
y sobre todo, la cercana forma de vernos con amor,
me confundo entre tu voz que me la clavas
y en la ansiada forma de tu baile,
en el aire que surcado como halcón
marca la estela de tu valiente osadía,
por quererme cada día, ansiándome y cuidándome
como cuida la primavera a cada flor,
soy igual que tú, porque quiero ser igual a ti,
por que sí, y no me pregunte nadie la razón,
que ni la hay, ni debe haberla, salvo un dolor
de pensar que quien sabe si alguna vez,
yo contigo no pudiera saber
mezclarme con tu corazón,
o que en tu sangre yo ya no abonaré
fruta futura, semilla milagrosa, paz y pasión.
Me meto tanto en ti que no podré salir
del jardín cuidado donde pones tu afán,
donde laboreas el pan y el agua que quiero beber,
el alimento de tu ser y, con él, tu forma de amar.
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