domingo, 26 de octubre de 2014

CERCA DE MÍ Y NADA MÁS

¿Y ahora que hago? ¿cómo te escribo?
¿qué te escribo?

Empiezo por quitar los acentos y apartarlos,
y despues dejarlos
que vayan dando saltos sobre las palabras,
para que pongan el énfasis
donde les parezca,

hacer grotesca la palabra enamorada
o hacer roma la aguja en el corazón,
o risa de la muerte
¡Oh risa de la muerte!
cuánto te envalentonas en tu impunidad,
imaginar que es inquisición la libertad,
desimaginarte de verdad,

reinventarte
y volverte a hacer igual,
como día a día, con agonía, con plan.
¿qué escribirte sin que suene a seducirte?
pero que te seduzca, te busca
este loco intransferible,
este foco girante
hacia atrás y hacia delante
con penetración sustancial.

En tus ojos, también de cristal,
se trazan incuestionable
desde lo divino y amable
hasta lo jodido y la maldad,
como en la lámina de la mar
surcan brillos inestables,
con una fe admirable,
linternitas de cristal.

Sí, en tus ojos, aún nunca vistos,
porque me despisto
sabiendo que llegarás.
Escribirte es para mí un poema,
una dura faena
que no me saldrá,
y como buen cabezota
aunque me vuelva idiota,
ya tú verás.

Eso espero, desespero
de corazón,
no obligación,
no me importa la distancia,
la hora o el momento,
el lugar o el transporte,
el minuto sin asunto,
o el infinito sin cortes,
la cuestión
es que son
deseos que se imponen
por morbo o porque me ponen
o porque me gusta el dolor.

Se escribe sin razón,
o con mucha de ella,
con la luz de una centella
o la muerte del corazón.
Se escribe por decir
que todo ha de devenir,
incluso lo que nunca llega
ni llegará,
pero una llaga siempre está
recordándote tan bella.

Se escribe por pamplinas,
por bromas o fatigas,
porque una y uno
no siempre da dos,
uno va por un camino,
otra va por el mar,
abierta de canal
cerrado y sin destino,
como un surco
indecentemente fijado
laboriosamente trazado
por alguien que sueña abusos.

La escritura no son letras,
el garabateo es coloquial,
iconos que van fatal
si la sangre no entra,

y todo lo que escriba
aunque digas lo que digas,
no te seducirá,
porque tú esperabas
otra cosa,
no sé si una rosa piadosa
o la lluvia en el cristal,
pero para poesía como esas
ya está Buesa,
y para el mar y su encierro
está Hierro,
para el verso labrado
Machado,
y para confetis
Benedetti.

Si esto es lo esperado
ya está escrito y publicado,
solo tienes que dejarme de lado
y cambiar el plan.

Yo no tengo más afán,
ni más deseos ni amores
que describirte mis colores
cuando me haces sudar.
Y con esto te quiero decir
que cuando un poema te escribo
de alguna forma yo ya vivo
en la dulzura de tu paz,
en los bucles de tu pelo,
en las colinas de tus dedos
y en tu sonrisa de bondad.
En la santa y paciente,
y en la siempre prudencia
de tu libertad.
Y en el agua y el pan
que amasas cada día
con flores y alegrías,
aceite y suavidad.

Y te escribo y te escribo,
mil poemas por minuto,
pasando por los diminutos
átomos de mi voluntad,
y en la esperanza y vanidad
que alguno se descargue,
y que no te amargue
y que te haga soñar.

Yo no sé si lo que escribo
vale algo,
o es como un galgo
sacrificado por su edad,

pero sí sé que lo que escribo
es por el sencillo deseo
de verte dar un paseo
cerca de mí y nada más.

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