jueves, 30 de octubre de 2014

SOFÁ DE TARDE

Las puertas estaban cerradas
donde se hallaba el sofá
en el que todas las tardes
esperaba,

ayer la tuvo allí
besándole la cara,
con las manos limpias
entrecruzadas.

Una foto en la biblioteca
entre la penumbra le embarga,
ayer la tuvo allí
con su sonrisa blanca,

y aún en la copa de vino
sus labios estaban,
el brindis más que ¡salud!
parecía anular un mañana,

y con una música triste
esperaba y esperaba,
una llamada a la puerta,
pero casi nada sonaba,

su respiración lenta
de aire que ahogaba,
un vacío entre los brazos
¿Dónde se hallaba?

Mientras desaparecía
como espuma en arena blanca,
el sofá se iba cubriendo
de ceniza del alma.

Como yo la amé, él la amó,
y porque su memoria desvanecía,
porque su recuerdo poco a poco
se difuminaba,

yo lo suplanté
al morir lo que soñaba,
que los amores son iguales
en cualquier alma,

y porque con su halo
él dejaba
el mismo ayer
en que me entregara,

unos pasan, otros llegan o se van
entre las vidas entre cruzadas,
y, sin embargo, ¿nunca pasan
las penas en el alma?

Con las puertas cerradas
donde se hallaba el sofá,
mi vida se desvanece,
y con las tardes, se apaga.



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