Fue como si se apagara el día sin encenderse la noche,
unas palabras trabadas en los labios, misteriosas,
como párpados yertos sobre ojos entusiastas,
o la parada del giro del mundo,
como si las olas se lo pensaran antes de seguir,
como una emigración errónea de aves
que sucumbirán sin remedio,
como unas manos extendidas y a la vez mutiladas,
como una sonrisa congelada en una caja fuerte,
como un paseo por la noche en la oficina de correos,
como un libro mal abierto sangrando como una tripa,
como un augurio con maldad que cae en gracia,
como una verbena de pueblo apagada,
parecido a diez años en cinco minutos.
Fue una promesa que al parecer era reversible,
como si uno pudiera cambiar su mujer y sus hijos
por una noche en un aposento en un palacio que no existe,
fue una noche triste que se reía de las alegres,
una inocente forma de matar mil seres,
la crueldad de un beso con cariño sin marcar tiempos,
como una caricia deshonestamente sostenida.
Fue ella en su letargo quien me quitó la locura por ella,
fue sin ella, sin embargo, que adopté una locura fingida,
y fue con ella con la que caminé y des anduve mis pasos,
y fue sin ella con la que penetré en un camino solitario,
sí, fue con ella, no me importa decirlo ni te importa,
y sí, fue sin ella, como me quedé, solo, rozando los labios,
y fue un sin fue, un sin fuego como nos alejamos.
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